Dispuesto a sentir, no a admitir.

Se odia, la odia, odia a todos. Hasta aquel comodo sillón que en más de una vez había hecho cosas tan idiotas, pero en ese momento, le parecía una reverenda mierda. Se golpea la frente, es un estúpido y lo sabe. Pero el orgullo le puede.

No puede creer lo distante y distraída que está esos últimos días. Lo que había comenzado como solo una noche, se convirtió en un verdadero problema. Sabe o cree que sabe lo que siente por él, pero no puede concentrarse en otra cosa que no sea eso, aunque quiera. Es por eso que camina por el pasillo antes de entrar a la sala de menesteres para estar mas tranquila, a un paso lento, desganado.

Él no tenía la camisa puesta, con suerte la corbata caía serpentinamente sobre su pecho. Se hecha el cabello hacia atrás, despeinandolo aún más si podía. Estaba en un estado bastante descuidado, pero aunque el no sabía, ese era su MEJOR estado.

Da unos pasos màs, cabizbaja. Un lugar tranquilo para pensar, eso es lo único que quiere. Entra en la sala de menesteres, llevandose una verdadera sorpresa al encontrarse con él, y en ese estado. Se queda mirándolo embobada por unos segundos, pero aparta rapidamente su vista de el, mordiendose el labio inferior.

-Diablos.. - Susurra, arrastrando las palabras. Lleva una mano a su boca misma, mirando el techo de la sala. Acaricia sus propios labios con la yema de sus dedos, pensativo.

No sabe que hacer, como reaccionar en ese momento. En un torpe impulso cierra la puerta detrás de ella. Ahora que está allí con el, tiene que inventar alguna excusa o pensar como hablar con el porque no puede permanecer callada de por vida.

Ni nota el cierre de la puerta, realmente ido. Tan pocas cosas podrían sacarlo de su estado. Cierra los ojos, y se da vuelta en el sillón, boca abajo. Mostrando su espalda al descubierto, y su pantalón bajo de por sí.

Evita mirarlo porque si lo mira sabe que no podrá contenerse y hará una locura parecida a la de la otra noche. Se acerca a él muy despacio,acerca su mano a su espalda solo por instinto pero no lo toca, apenas un roce. Separa rotundamente su mano. - Scorpius... - Susurra con voz aterciopelada realmente dulce viniendo de ella.

Se separa apenas del sillón, rotundamente. Pero no voltea. Se rie, burlonamente de si mismo - Mira que bajo haz caído.. - Se dice, ya estaba recordando su voz, y sus roces, como los de la noche anterior. No sabe si gritarle al mundo, o reprimir en lagrimas silenciosas. Lleva sus manos a su nuca, acariciandose a si mismio.

- Scorpius... - Lo llama nuevamente manteniendo ese mismo tono de voz. Permanece inmóvil en su lugar y su mirada fija en él.

-Basta! - Se grita a sí mismo, harto de que su mente le haga escuchar una y otra vez su voz. Aprieta la mandibula, jodidamente Scorpius.

Se inclina, quedando màs o menos a su altura, sigilosa. - Como tu conciencia, sabes que no puedes dejar de pensar en mí - Le susurra al oído poniendo en práctica ese perverso juego que Molly le habia enseñado para sacarle los secretos a los hombres y aclarar algunas dudas.

Aún permanece boca abajo, lleva una mano a sus parpados cerrados, y los masajea. - No lo soporto, Weasley va a matarme.. - Dice, como si tuviera resaca o algo parecido. Se había vuelto una manía, un peso en su mente.

- Deja de pensar en ella, ¿Acaso es tan difícil? - Susurra siguiéndole el juego hablando en tercera persona a propósito. Frunce ligeramente el ceño al escucharlo, leve, atenta a cada una de sus palabras.

-Si, si lo és... - Musita, quejoso - Y deja de hablar con su voz! - Ordena, demandante pero a la vez rogando que todo recuerdo de ella se fuera.

- No puedo cambiarla, tu imaginas su voz. Poco a poco, esa Gryffindor se está apoderando de todo tú - Profunda, sin saber si eso es o no verdad pero muy interesada en descubrirlo.

-Calla - Grita, repulsivamente. Ese grito que sólo daba cuando no quería admitir la verdad. Esa voz en su mente lo tiene harto, lo vuelve debil, vulnerable. Se sienta, con la cara hacia el respaldo. Dando la espalda a toda la demás sala.

- Puedes olvidarla si quieres, eso depende de tí - Susurra sin hacerle demasiado caso, tomandose enserio ese papel de conciencia que le sale bastante bien para ser primeriza. Lleva nuevamente su mano a su espalda, en un dulce roce que se termina luego de segundos.

Sabe que no hay nada en su espalda, sabe que nadie le estaba hablando. Sabe que son cosas suyas pero no puede, no puede creer todo lo que paso y como sufre. - Vas a seguir torturandome.. - Susurra, con un toque dolido en su voz.

Hay veces en que parece que no tiene sentimientos, veces en que parece que nada le importa o no se da cuenta del daño que causa con una simple acción o palabra. - Nunca querría hacer eso.. - Le susurra sincera al oído manteniendo el roce de su piel chocar contra la de el, quedandose ahí para que pueda darse cuenta de su presencia.

-Vamos, estúpido Scorpius.. - Se regaña, no puede creer que sea tan masoquista e imbecil. Cierra los ojos, para recostarse nuevamente. Infla su pecho, conteniendo aire, encerrando el dolor.

Si no se da cuenta con eso, tomaría medidas mas extremas. Acerca sus labios a su cuello, quedándose ahí, suave. - Esto es real Scorpius.. - Susurra, contra su cuello.

-No, son ideas mías, porque te extraño.. - Rompe el hielo con eso, el hielo, el fuego, todo lo que alguna vez fue una barrera. Aún sabe que es su mente, y tambien sabe que no le diría eso a ella.

Cierra los ojos al escucharlo, saboreando esas palabras en su mente. Besa su cuello muy despacio, con sutileza. No es pervertida ni nada, es dulce esta vez. - Repite eso, porfavor.. - Pide queriendo escuchar esas palabras nuevamente.

-Que te extraño, todo, tu forma de ser, tu piel, tu cuerpo, tus labios, tu orgullo.. - Ante todo, se sincerea de la nada. Y es que nunca le había importado una chica, todas eran muñecas, que él movía y tiraba al tacho. Pero ella no era una muñeca más, era todo lo contrario.