Al fin había terminado aquel espantoso día. La mañana había sido agotadora con sus clases de Historia de la magia, Runas antiguas, y algunas más que no hacían más que cerrarle los ojos del sueño. La única más o menos entretenida que había tenido, había sido transformación en la tarde, pero le habían dado gran cantidad de tarea.
Luego, sus rondas de prefecta. Era una tortura, ser una de las mejores estudiantes era bastante tedioso la mayoría de las veces. Por fin había terminado con todo. Tarde, pero lo había hecho.
Decidió relajarse un poco, se merecía un tiempo para ella sola. Era de noche, muy tarde. Los otros prefectos iban a dormir, así que decidió aprovechar y se dirigió al baño de los mismos, llenando el jacuzzi que tenían en este con agua caliente. Cuando este se llenó, se adentró en su traje de baño, y cerró sus ojos. Se sentía excelente.