It's a quarter after one, i'm all alone ♪

Hacía mucho frío allí, no entendía muy bien donde estaba pero si no se equivocaba, alguno de esos pasadizos la llevaba a la Sala Común. El mapa de sus primos no podía equivocarse, y por más que hubiera echado un corto vistazo antes que se lo quitaran de las manos, había alcanzado para ver que por ahí se encontraba.

Los pasadizos estaban, punto a favor. ¿A donde la llevarían? Sabrá Merlín! Su curiosidad era tan grande que, no quería llegar al punto de reconocer, que quizás sólo quizás, estuviera perdida... Es decir, tantos años allí y perdiéndose? Claro, no era de tomar atajos, pero en fin..

Divisa una abertura por donde pasar, alumbra con su varita antes de ingresar allí y va despacio, con mucha cautela.. No quisiera cruzarse con algo indebido y que pudiera pasarle algo, o pudieran regañarla.

Conocía Hogwarts como a la palma de su mano, cada pasillo, cada recoveco. Aprovechaba cada día, cada noche, para investigar el castillo y confeccionar una copia fiel del mismo en su mente. Cuántos desvelos había pasado fumando en las mazmorras o bebiendo un poco del mejor cogñac en los alfeizares de la torre de astronomía. Recordaba cada aula vacía, cada camino a clases. Más aquella sala no era de las que más visitaba. Scorpius era una persona nocturna, más bien silenciosa, pero con una admirable capacidad para llamar la atención si así lo pretendía, o bien todo lo contrario, podía ser asombrosamente sigiloso.

Cigarrillo en mano, labios calando la nicotina, y el sonido de la puerta rechinar desvió sus ojos perlados. Más no se inmutó, la negrura de las sombras lo cubrían y sólo su cabello platinado y sus ojos acerados resaltaba en medio de la oscuridad. Ese cabello y esa expresión le resultaba conocidas de primera. Joder, no podía ser. Era Weasley.

Rose no era cobarde, en lo más mínimo, es más, su curiosidad varias veces la habían llevado a descubrir cosas increíbles, que si se hubiera atemorizado en algún paso, no hubiera podido develar. Su único miedo ahora, era el lugar.. Era viejo, desconocido, poco visitado seguramente, y no quería ni pensar el hecho de que alguno de esos pequeños y horripilantes arácnidos pudieran estar cerca. Era una excelente maga, pero al igual que su padre, la fobia le ganaba.

Se adentra un poco más. Su mirada iba del piso, a los costados de las paredes, al techo y nuevamente al frente suyo. De vez en cuando volteaba para asegurarse de que nada se acercara ni la siguiera, quizás algo paranoica.

Reconoce más al fondo algo, pero realmente no sabe que es. Quizás fuera solo alguna estatua o un montón de ladrillos, ¿Alguna sábana quizás? No veía bien, el destello estaba muy cerca de ella. Se acerca un poco, extendiendo un poco su varita, dejando a plena luz y muy a la vista, el rostro de aquel rubio de ojos grises, para su gran sorpresa. Apenas si se sobresalta muy poco, no por ser él si no porque fue escalofriante el encontrar una persona en tal recondito lugar y en tanta oscuridad.

La expresión de curiosidad entremezclada con la de precaución le eran graciosas plasmadas en el rostro de Weasley, resultaba patético. La observó con detalle mientras hacía su análisis de la habitación: no buscaba personas u objetos, parecía querer localizar algo más pequeño, algo que claramente aberraba y... por lo visto, se arrastraba por las paredes. Arácnidos. ¡Cuántas veces su padre le había contado del temor de Ronald Weasley hacia esas indefensas y tan asquerosas criaturas! Suerte tenía Rose de que Scorpius no fuera tan jodido o burlón como su primo, el mayor de los Potter, porque de ser como él ya habría arrojado una araña a su cabello por la pura cuestión de joderle la vida, pero claro, Malfoy iba más allá de eso, su personalidad astuta y madura le hacían esas "bromas" impensables. Prefería atacar con maldad.

- Bu. - Una palabra seca, corta y audible en el encierro de la habitación. Scorpius dejó escapar una risa sorda ante el sobresalto de la leona, despegando su espalda de la pared y descubriéndose de entre las sombras. El rubio comenzó a caminar rodeando la habitación, generando un efecto tornado alrededor de ella, como si la cercara cada vez en un circulo más pequeño. Acto disimulado a la perfección, Malfoy admiraba la infraestructura de las paredes, la piedra gastada por siglos y siglos. - ¿Saliendo de noche, Weasley? ¿Buscas tu biberón y tu sonajero por algún lado? - Sabía que Rose no era especialmente una muchacha infantil, que niña no era la palabra que más la describía, pero sí era toda una señorita inglesa y consentida a la hora de cumplir normas. Y el toque de queda había finalizado hacia horas ya, algo que innegablemente no podía pasar por alto.

Trató de disimular que no se sorprendió y hasta llegó hasta a asustarse con ese desprevenido sonido después de tanto silencio, pero la actuación no era su fuerte. Lo único bueno de eso -si es que había algo bueno- era que de todas las asquerosas criaturas que conocía y se repugnaba, sólo estaba Malfoy, algo con lo que podía lidiar, por lo tanto no le molestó de tal manera.

Le seguía los movimientos girándo sobre si misma en algunos movimientos, manteniendo la mirada fría y de pocos amigos, sin intención de perderlo en esta oscuridad. - No, los dejé hace mucho, sería bueno que tu dejaras de hacerlo, si no me equivoco estás bastante grandecito - Contraataca. Él, era una de las pocas personas que podían poner su carácter a mil.

- ¿Y tú qué? ¿Escondiéndote? - Lo burla. Quién sabe de quién o de qué, pero era alguna opción.